Las Elecciones Municipales de Zaragoza han deparado un nuevo mapa político en la ciudad tras el fracaso histórico de la izquierda españolista en el gobierno de la Ciudad. Las derechas han sumado y no han tenido ningún problema en pactar y poner a Azcón de Alcalde, quien, con un gobierno en minoría sostenido por un vergonzante apoyo externo del franquismo político, se ve en la obligación de gobernar desde la moderación, sin aspavientos ni estridencias que desgastan mucho y no reportan beneficio político alguno.
Azcón ya ha recurrido a la excusa de la herencia recibida para empezar a escurrir el bulto de su promesa de bajar impuestos y comienza por subir una tasa, un precio público que afecta directamente a la clase trabajadora, para que todos seamos conscientes de quién ha perdido las elecciones: comienza anunciando la subida del billete del autobús. Como si la deuda municipal no fuese también responsabilidad de un PP que aplaudió la Expo’08 con fruición y que si, por él hubiese sido, tendríamos ahora otro “Arcosur” (con su correspondiente aumento de la deuda y el gasto) entre el Camino de los Molinos y San Juan de Mozarrifar con el argumento de que “pa que la gente se vaya Villanueva, que se quede aquí”.
Tan cogido con pinzas está todo que se ha garantizado la no-beligerancia de Lambán: vamos a tener la mejor relación institucional entre Gobierno de Aragón y Ciudad de Zaragoza desde el siglo XVII. Y esto anuncia en la ciudad una oposición “de guante blanco” por parte del PSOE.
Ante esta situación de “Pax Lambaniana”, observamos por la izquierda a Podemos apuntando un cierto estilo peronista al plantear una bajada del IBI totalmente extemporánea mientras ZeC inicia la clásica maniobra de enroque, renunciando a influir de ninguna manera en el gobierno municipal y refugiándose en las típicas declaraciones ideológicas sin plasmación práctica.
En el lado de la derecha, la moderación de Azcón y su buena relación con Lambán condena a Vox a ser una fuerza residual y a Cs a un mero comparsa, incapacitado ya tanto para sustituir al PP en el liderazgo de las derechas como para convertirse en una bisagra liberal de corte europeo.
Mientras, el aragonesismo está fuera del Ayto de Zaragoza por primera vez en 40 años. Un Desastre sin paliativos. En Estado Aragonés renunciamos a buscar culpables, aunque tenemos muy claro cuáles son los errores cometidos para llegar a esta situación.
Cada organización debe analizar la situación y apuntar sus soluciones, en EA ya tenemos claro que para que el aragonesismo vuelva al Ayto de Zaragoza, debe recuperar el espíritu de Movimiento Cívico, aglutinar esfuerzos en vez de dispersarlos, sumar en vez de restar y actuar con generosidad en vez de con sectarismo. En EA sabemos quienes tienen la responsabilidad de liderar un proceso que nos lleve al reagrupamiento, a la Compleganza. Y no es nuestro partido.
De todas formas, que todo el mundo lo tenga claro, si la Compleganza en Zaragoza siguiese sin ser posible, Estado Aragonés continuará su camino, campasolo si hace falta, también en 2023.
Comunicado del Consello de Zaragoza
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