25-N ¿Qué va a pasar con Cataluña?


Las elecciones catalanas del próximo 25 de noviembre es un hecho con una trascendencia única en los últimos 300 años. Por primera vez el partido de la burguesía catalana (Convergencia i Unió) concurre con la propuesta inimaginable tan sólo hace 2 años: “Dotar de estructuras de Estado para Catalunya”. Artur Mas no quiere pronunciar la palabra independencia, seguramente para no encasillarse y cerrarse las salidas, pero todo el mundo lo interpreta así y, en ese sentido, se lo toman también dentro de su propio partido.

El independentismo ha dejado ser un mero sentimiento popular, dicho sea de paso bastante extendido en Catalunya (metido en la nevera desde que se constituyó su CA) para ser el tema central de la campaña electoral del 2012. Nadie sabe hasta dónde llegará Mas, tampoco si va a poder controlar el proceso o si se le va a escapar de las manos. Mas se está esforzando y lo está demostrando… Visto que no va a sacar nada en España por la cortedad política que demuestran los partidos centralistas, amparados en el discurso de una interpretación legalista del texto constitucional y en una visión unitarista del Estado, está jugando la carta europea e internacional. Es un buen vendedor, es por ahí por donde puede tener éxito.

Los charlatanes mediáticos del españolismo ya han augurado grandes males para una Catalunya independiente: que bajará un 20% el PIB de Catalunya, que se marcharán las 13.000 empresas exportadoras, que hará falta pasaporte para ir de Barcelona a Zaragoza, que no dejarán usar el euro en Catalunya, que no podrían pagar ni a pensionistas ni a parados, que provocará una fractura en la sociedad catalana y un sinfín de desgracias más. Una cosa es cierta, que la Unión Europea no tiene previsto un procedimiento legal que contemple procesos de independencia dentro de los Estados de la propia UE. Por no haber, no hay ni siquiera una respuesta unificada respecto a lo que se debería o podría hacerse en estos casos. Las dudas no se plantean sólo por el caso de Catalunya sino también por procesos independentistas similares, como el de Escocia o posiblemente el de Bélgica. Vacío legal absoluto. ¡Ya se verá lo que se hace!… Por si el Reino Unido de hace un hueco dentro de la UE a Escocia, la caspa españolista ya está borrando similitudes entre Escocia y Catalunya.

Lo cierto es que la UE no va a permitir que Catalunya se convierta en la Corea del Norte de Europa y mucho que se levante un muro entorno a ella para ahogarla económicamente, como parece que le gustaría al españolismo más ultra. Eso queda para Extremo oriente y para la Cisjordania palestina. Tampoco permitiría una solución de fuerza pues eso sería nefasto para el futuro del Estado español en la UE (España ha entrado en un club donde las soluciones militaristas no serían admitidas). El Estado español sería arrojado al Tercer Mundo, a ser un paria internacional y al aislacionismo. El método previsto en el art. 155 de la Constitución descartado también pues su aplicación aceleraría el proceso de independencia y meter a Mas en la cárcel como hicieron con Companys, como propugnan desde la Tele casposa, pues tampoco es un método de recibo.

El españolismo mediático augura una “fractura social” de la sociedad catalana, entendido, parece ser, como un enfrentamiento apocalíptico entre ciudadanos catalanistas y ciudadanos españolistas, que marcarían sus diferencias, según ellos, por el origen o el nacimiento del ciudadano o ciudadana de Catalunya que se trate. Dicho de otra manera, un enfrentamiento entre el catalán viejo (descendiente de catalanes) y el catalán nuevo (el nacido fuera o de padres que nacieron fuera de Catalunya) así funciona esas mentalidades. Nada le gustaría más al españolismo que una división en plan Bosnia de la sociedad catalana. La rotunda realidad, (que el españolismo desconoce o que no quiere comprender) es que en Catalunya el origen es poco determinante a la hora de afiliar a la ciudadanía al catalanismo sociológico o al españolismo militante. Podemos estar hablando de primeras o segundas generaciones de catalanes simpatizantes del movimiento independentista cuya última decisión sólo podría depender de la condición de que la ruptura no fuese traumática (condición que, dicho sea de paso, vale igual para los catalanes de siempre). En Catalunya no hay una separación tajante como parece haber en el País Vasco. En Catalunya se admiten diferentes maneras de entender el catalanismo político y se acepta la pluralidad de orígenes e identidades.

El catalanismo sociológico atempera la posible radicalización del político e impregna todo el discurso, incluso el de los partidos declaradamente españolista. La corrección del PP catalán, por citar un ejemplo, a la hora de no ofender la catalanidad de la gente y encauzar sus particulares diferencias políticas siempre referidas a los líderes políticos nacionalistas (todo expresado en lengua catalana normativa), roza la exquisitez si lo comparamos con sus correligionarios de Madrid, que con sus soflamas son capaces de ofender a amplios sectores sociales de muy diferente adscripción política de Catalunya. Recordemos al ministro de educación Ignacio Wert y su deseo de “españolizar a los niños catalanes”. El desconocimiento sobre la realidad social catalana en la política de Madrid es absoluto, para desespero de los que llevan la estrategia política del PP de Catalunya. El desembarco e intervención de políticos del Centro en la campaña electoral ha permitido oír lo más rancio de los alegatos anticatalanistas habituales en las tertulias de bares, sobremesas y borracheras de Madrid.

Las “cloacas del Estado” también se han metido en campaña a través del medio involucionista “El Mundo” que, en el mejor método fascista, han hurtado el discurso de los partidos para confusión de los electores y han llevado el debate político a las acusaciones de corrupción. El españolismo y la derecha juegan cada vez más sucio en un sistema cada vez más desacreditado.

Hoy el “xarnego”, ya no es el emigrante de los años 60 y 70 o sus descendientes, Hoy es un tipo humano al que ya no le pesa su origen para decantarse políticamente. Está integrado en la sociedad catalana, es practicante del ciclo de las tradiciones y la cultura catalana en incluso algún reconocido xarnego forma parte de la iconografía catalana y catalanista. Tanto que incluso el término xarnego, en sus diferentes acepciones, hoy ha desaparecido del vocabulario de la gente. La identificación es tan alta hasta el punto que “el voto xarnego” decidiría en una hipotética consulta sobre la independencia. Veríamos a muchos Joans, Oriols o Jordis Romero Benítez votando sí.

El gran conflicto de una Catalunya independiente estaría no en el plano se la identidad, sino en el de lo social: que el gobierno y la oligarquía catalana quieran hacerle pagar la crisis y el coste de la independencia (o del “Estado propio) a la clase trabajadora catalana. Históricamente la fuerza del Estado español ha servido a la burguesía catalana para reprimir las revueltas populares en Barcelona con un instrumento del que carecía y, por otra parte, su pertenencia al “mercado español” le ha permitido vender su producción en momentos que no lo hubiera hecho en ningún otro sitio. Está claro que el ciclo histórico ha cambiado y que la oligarquía-burguesía catalana así lo considera. No ve hoy en la clase obrera un poder que la pueda desbancar del poder y con su potencialidad económica y el prestigio ganado en el exterior, ve más rentable perder un poco de mercado en España y ahorrarse el gasto que supone la dependencia administrativa, que lo contrario.

La decisión de Artur Mas ha sido cocinada en un corro muy selecto y, que la patronal catalana no se haya pronunciado claramente, no significa que no haya participado y que no esté de acuerdo. Una parte del empresariado más local sí, y ha dicho que está de acuerdo con el proceso que abre el proyecto “Un Estado propio para Catalunya”. Mas no dará puntada sin hilo, no está sólo, el dinero le apoya, y es por ahí por donde le da miedo a Madrid.

¡Los tiempos dirán!

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  1. #1 por ENRIQUE el 19/Nov/2012

    Nunca creeré que un partido burgués y de derechas, que a firmado todos los pactos de recortes y presupuestos tanto con PSOE como con PP, sea independentista; máxime cuando su patronal y la banca no están de acuerdo. Es una farsa más de nuestros politicos, que no tienen entrañas para manipular a la gente que aún le queda algo de ideales.
    Salud.

  2. #2 por Arnau de Borau el 21/Nov/2012

    La mayor parte de “las independencias de España” fueron planteadas por las oligarquías locales para salir del control de las políticas de la Monarquía española. Eso pasó en la independencia de las Repúblicas hispanoamericanas y está pasando con Cataluña en la actualidad.
    Es cierto que lo que está pasando resulta muy “desconcertante”. Pero de una cosa sí podemos estar seguros, que el conflicto histórico entre la burguesía catalana y sus partidos y la oligarquía española y los suyos se ha reavivado. Latente y con altibajos, desde que allá por el siglo XIX la burguesía catalana se dedicara a hacer telas e hilados de algodón moviendo sus telares con las represas del río Llobregat, el conflicto siempre ha existido. En este momento estamos pasando una fase de intensidad (digamos de “profundo desacuerdo”) porque el vigente pacto, que mantenía la tregua, materializado en la autonomía administrativa, ha dejado de ser eficaz por efecto de la crisis económica. De momento no se ven indicios que vaya a haber acuerdo para renovarlo.
    La burguesía catalana, que, a pesar de todo, siempre ha hecho buenos negocios con la española (recientemente ha vendido un consorcio de aguas a una empresa de Madrid) y que siempre ha contemporizando con el poder central, ha adoptado históricamente distintas soluciones administrativas adaptadas a su caso, el “caso catalán”, la novedad estriba en la radicalidad de la propuesta actual de un “Estado propio para Cataluña”, lo que supone por definición la ruptura. Gran parte de la ciudadanía catalana participa también de esto, seguramente diferentes razones y pensando en un muy distinto alcance, pero con sinceridad e ilusión.
    Como ya he dicho el independentismo tiene mucho arraigo por allí y en este sentido el pueblo no admitiría una agenda secreta por parte de las dirigentes de CiU y mucho menos que fuera una mera cortina de humo para tapar la corrupción, que la hay, aunque difiera del relato de “El Mundo”. Antes para reventar una campaña se enviaban milicias armadas a los mítines para no dejar hablar a los candidatos, ahora “se envía a la prensa” para que hablen de otra cosa. Eso es evidente y el tufillo fascistoide del método no se lo quita nadie.
    En resumidas cuentas, una parte de la credibilidad del plan de Artur Mas radica precisamente en que jugar con el sentimiento independentista de una buena parte de la ciudadanía supondría el suicidio político para él y posiblemente para su partido.

  3. #3 por Rafel el 22/Nov/2012

    En Aragón hay dos reacciones reseñables respecto al reavivamiento del discurso independentista en Cataluña. A parte del discurso españolista reflejo de Madrid.
    Por un lado está el entorno PAR que echa cuentas y observa la posibilidad de un beneficio para la cuenta de resultados de la pequeña burguesía aragonesa por el llamado “efecto frontera”: deslocalización de empresas catalanas que se vendrían a Aragón, fundamentalmente. También confía en que las inversiones del Estado previstas para Cataluña (el Eje Mediterráneo), vengan a Aragón (Canfranc).
    De otro lado está la CHA, que lanzó en setiembre el anuncio de una campaña soberanista que, por las últimas noticias se va a quedar en una campaña autonomista. El nacionalismo aragonés incapaz de pasar a la ofensiva tras las purgas internas de CHA, toma una posición defensiva de la autonomía alcanzada.
    Pero la independencia o no de Cataluña depende más de la debilidad del Gobierno Rajoy. Si el Gobierno Español se ve en la necesidad de pedir el “rescate” financiero, habrá debilitado todavía más su posición y reforzado relativamente la del independentismo catalán.

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