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Sentencia y presos políticos.

descargaEn imaginario constitucionalista, el Estado español es una democracia de las primeras del mundo, con una división de poderes “de lo más” y una independencia judicial absoluta. Quien no se lo crea, que se conecte a una de las tertulias de la “Sexta Noche” y allí podrá escuchar los argumentos de peso de los tertulianos que así se lo corroborarán.

Bromas aparte, el judicial ha sido en España y para muchas cuestiones, especialmente para todas aquellas que tienen repercusión política, una extensión del ejecutivo, un brazo ejecutor más del Estado, disfrazado de jurisprudencia con toga y puntillas. Con el fin de acallar la oposición política incómoda o evitar entrar en cuestiones que no interesa abordar por afectar a la estructura territorial o política del Estado, un conjunto de personas, no elegidas por nadie y una serie de normas al uso, favorecen esa traslación “cuántica” de lo político a lo judicial.

La cosa viene de lejos ¿Recuerdan los casos en que la Inquisición perseguía a los enemigos políticos del rey de turno? ¡Para qué si no, instauró Fernando El Católico la Inquisición castellana en Aragón! Para controlar y reprimir la oposición de las instituciones del Reino ¡Qué le podría importar al rey una bruja más o menos! ¿Les suena Antonio Pérez, un enemigo político de Felipe II que acabó perseguido por hereje? Más recientemente, recuerdo a un banquero que se quiso meter en política, y hasta se compró un partido político para él solo, le metieron en un caso de corrupción y allí acabó su carrera. O, el toque de atención que le dieron a alguien con aquella “Banca Catalana”, bien se lo ha cobrado. Y es que el judicial sirve para todo y se aprovecha para todo, hasta para dar un “castigo ejemplar” a una población rebelde por una pelea de bar.

En el caso de los presos políticos catalanes el método es análogo. Intentar dar un castigo, un aviso para navegantes y futuros independentistas. Sacar el independentismo de la política y meterlo en el cajón del orden público. Reprimir un movimiento que se ha demostrado que no es tanto de líderes como de masas. El independentismo catalán es por medios y fines la contestación al régimen del ‘78 mejor organizada, ni vascos, ni 11-M. Por tanto, no nos debe sorprender la triple respuesta del Estado: la policial, la mediática y, por supuesto, la que estamos tratando aquí, la judicial. Todas desmesuradas.

El Régimen borbónico no reconoce que nadie pueda hacer más política que la que cabe, según su propia interpretación, entre los márgenes del “constitucionalismo”. Por ello el Estado ha intentado descabezar el independentismo, actuando a sus representantes más visibles, como método para apartarlo del debate político. Pero ha pinchado en hueso, este proceder evidencia hasta que punto el juicio ha sido una pantomima que no se ha entendido en el resto de países con los que se supone que compartimos sistemas políticos homologados.

Entre tertulianos marca “la voz de su amo” y políticos “auto-considerados constitucionalistas” han construido una realidad paralela, una redefinición de “democracia”, en que la división de poderes se construye bajo la falacia de que el judicial ha cumplido su función y de que ha hecho cumplir las leyes, sin platearse que la discusión no es esa, sino la de por qué en España el Poder judicial se abroga esa función represora y por qué en España existen esas Leyes tan particulares que no conocen en el resto de Europa.

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Comentario a las “decisivas” elecciones catalanas de 2017

votandoResultados: C’s 37 diputados, JxCAT 34, ERC 32, PSC 17, En Comú Podem 8, CUP 4 y PP 3 diputados.

El lerrouxismo del siglo XXI ha Ganado las elecciones al Parlamento de Catalunya de 2017, apelando a una supuesta mayoría oculta españolista Ciudadanos ha conseguido realmente que el cinturón rojo de Barcelona y de las ciudades más pobladas de la costa catalana vote a una derecha extrema y españolista. Ninguna formación política anteriormente había introducido en sus discurso la idea de la existencia de dos comunidades étnico-lingüísticas en Catalunya, ni siquiera el PP. Ese discurso demagógico de Ciudadanos es el que ha calado en una parte de la sociedad catalana, a la que se le ha repetido en los últimos tiempos que “ha estado al margen de la política de los partidos que han gobernado en los últimos 40 años bajo la égida del catalanismo (PSC incluido)”.

Ciudadanos rentabilizará esta su victoria más en Madrid que en Barcelona. Para los trapicheos de Alberto Rivera en la Villa y Corte es un resultado excelente, pero la aritmética parlamentaria le impedirá a su “ojito derecho”, Arrimadas, formar gobierno en Catalunya.

El Llamado bloque independentista mantiene la mayoría absoluta. El cambio de formato de no repetir coaliciones, por el que han optado, ha dejado más claro que nunca el peso relativo que tienen JxCAT, ERC y CUP en el bloque. Seguramente, de aquí saldrá el futuro gobierno de Catalunya con o sin los líderes exiliados o encarcelados.

JxCAT continúa siendo hegemónico dentro del bloque contrariamente a lo que decían las encuestas que daban esta posición a ERC. Su base social, la amplia burguesía catalana, ha sido fiel a su partido de referencia, al que no ha abandonado en este momento tan grave. El toque de arrebato de las organizaciones independentistas ha hecho que sus electores se movilizaran como nunca para capitalizar el movimiento catalanista, pues históricamente han desconfiado tanto de ERC como de las CUP.

ERC que quería dar el sorpasso dentro del bloque independentista ha quedado segundo, aunque probablemente recuperando parte del voto que en las anteriores elecciones se fue a la CUP. ERC es un partido de base política “menestral” en el que muchos de sus votantes no vieron con buenos ojos aquella coalición llamada Junts Pel Sí con el partido de la burguesía, por eso se pasaron a las CUP. Ahora parte de aquel voto ha vuelto al redil.

Eso explicaría en parte la gran bajada de escaños de la CUP. Eso y las ganas del independentismo en general de “moderarse” y abandonar el unilateralismo. El independentismo ha aprendido del 155 y posiblemente se quiera dejar atrás la influencia de las CUP, de las que sólo necesitaría su abstención para un gobierno independentista en Catalunya. Veremos como lo resuelven su apoyo al futurible gobierno JxCAT-ERC en sus famosas asambleas.

Decepción en el PSC que no se ha movido de donde estaba pese a las grandes esperanzas de su líder Miquel Iceta de ser el gran intermediador de la política catalana. El PSC no recupera en estas elecciones ni catalanismo, ni izquierdismo. Ha dejado de ser un referente de ambos como lo era en los tiempos en que Pasqual Margall era su líder. Su problema no es sin embargo actual, ya hace tiempo que perdió voto en favor de otros partidos tanto de derecha como de izquierda como catalanistas o españolistas.

Los que no se esperaban lo que les ha caído son los del PP. Tres diputados para el partido que Gobierna España es un trompazo impresionante. Sin duda han pagado la gestión de la “crisis catalana” y la aplicación del artículo 155, que no ha debido gustar ni a “los propios”. El discurso más contundente y menos vacilante durante “la crisis” y la mejor campaña que ha hecho de Ciudadanos, dentro del bloque españolista, ha captado a los más radicales de sus votantes, que se han pasado en masa a C’s. Si yo fuera amigo de teorías conspirativas diría que alguien, desde algún lugar y por algún motivo le está mandando un aviso a M. Rajoy.

De la debacle del PP me quedo con las palabras de Jordi Turull, uno de los consejeros encarcelados, que a aquel discurso de Sáenz de Santamaría que “el PP ha descabezado el independentismo” le ha respondido “que las urnas han descabezado al PP”; un zasca en toda regla para la Soraya.

Luego queda un partido en tierra de nadie, que no sé sabe bien si ha pagado en las urnas por la ambigüedad de su equidistancia o por la equidistancia de su ambigüedad. En Comú Podem mantiene una base electoral, pero ha disminuido tres escaños. Podría decirse que su discurso no cala en una “sociedad tan polarizada”, pero me inclino más a pensar, benevolentemente, que por acción o por omisión, algunos de sus líderes no han trasmitido mensajes claros y han sido políticamente muy erráticos durante la “crisis catalana”. Un “defecto de fábrica”, dicho sea de paso.

En Resumen: los resultados no vaticinan un cambio radical de posturas, el independentismo ha ganado, pero tocado por el 155. Es de esperar que desde una posición de poder atemperen sus aspiraciones, sino en los objetivos, sí en los medios, aunque tengan que dejar algún aliado por el camino. El unionismo, que se había planteado desbancar al independentismo en base a una masa social unionista que se ha demostrado inexistente, se ha limitado a un intercambio de cromos en escaños, no avanza nada, su salida “democrática” no ha riunfado. Veremos por donde tirarán los próximos días. En todo caso, mantener el 155 para seguir controlando Catalunya sería una postura autoritaria difícilmente justificable.

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Comunicat d’Estat Aragonés davant la situació a Catalunya.-

represionVolem expressar des d’Estat Aragonés nostra repulsa i ferma condemna a la brutal repressió exercida per les forces de seguretat de l’Estat espanyol contra la ciutadania catalana que, durant la jornada del passat diumenge primer d’octubre, va reclamar pacífica i democràticament, els seus drets com a nació.

Considerem que solament el Govern espanyol, és el responsable de la violència exercida en aquesta jornada; constituint uns fets gravíssims que, a qualsevol país democràtic, implicaria el cessament del ministre de l’Interior o fins i tot el del govern.

Així mateix, considerem que, les declaracions del rei d’Espanya, han de ser enteses com les pròpies d’un monarca al capdavant d’un Estat autoritari, sense respecte a la divisió de poders, on el Govern central s’ha atribuït un control total sobre la resta de poders, inclòs el judicial.

Davant aquesta situació, doncs, Estat Aragonés confia que un Parlament de Catalunya sobirà prendrà la decisió més adequada per al seu Poble, i, si, atenent als resultats del Referèndum i la situació del país, fes una Declaració Unilateral d’Independència, Estat Aragonés sense dubtar recolzaria tal decisió.

En la lluita per la independència, Estat Aragonés estarà al costat del Poble català, com ja ho va fer en 1934, quan va recolzar i va defensar la proclamació de la República Catalana; fet que li va implicar la il·legalització com a partit polític i el tancament de la seva seu, pel Govern de la Segona República.

Avui com ahir, Estat Aragonés al costat de les lluites d’alliberament nacional dels nostres pobles germans!.

Visca Catalunya, Aragó Entalto. Sempre lliures, sempre germans!

Andrés Castro

President d’Estat Aragonés

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Estat Aragonés davant l’Autodeterminació de Catalunya.

ESPANA-CATALUNA-REFERENDOEn Estat Aragonés ens plantegem la recuperació de la Sobirania Aragonesa d’una manera progressiva; en un primer pas, fent complir el nostre Estatut d’Autonomia (especialment la recuperació de la nostra Hisenda Foral, d’acord amb l’article 108) i en un segon pas afrontant un canvi constitucional, de manera que el nostre Estatut d’Autonomia es transformi en una autèntica Constitució d’un Estat Aragonés, federatiu o no. En canvi, la majoria del soberanisme català ha optat per la Ruptura pacífica.

La Ruptura del Règim és una estratègia política que requereix un gran compromís per part de la majoria de la població en el seguiment dels actes de Desobediència Civil convocats pels seus dirigents. La gent, a més, ha d’assumir de manera conscient les seves, costoses i doloroses, conseqüències. S’ha posat l’exemple de Ghandi i la independència de l’Índia: en aquest cas els càrrecs públics del Congrés Nacional Indi van dimitir en bloc, i Ghandi i altres dirigents van estar molts anys a la presó, per no parlar de la brutal repressió de manifestacions i reunions per part de l’Imperi Britànic.

A Aragó el “Procès” ha creat molta alarma, no només per la previsible afecció a les potents relacions comercials amb Catalunya (15.000 milions de € a l’any de compres i d’altres de vendes), el nostre major client i proveïdor; sinó també pels estrets llaços culturals i de parentiu entre els pobles i famílies de tots dos països. No en va els 400 km de frontera entre Aragó i Catalunya porten 900 anys unint-nos més que separant-nos.

Als previsibles perjudicis econòmics i socials caldrà afegir una recrudescència del discurs anticatalà, contra el qual portem lluitant els aragonesistas des de sempre; així com un augment de les tensions recentralizadoras de l’Estat Español.

El Poble Català té dret a decidir el seu futur; el Regne d’Espanya és un Règim polític amb un innegable dèficit democràtic, el partit del qual al govern s’ha negat a dialogar amb el Govern, havent protagonitzat en el passat, fins i tot, vergonyants campanyes d’anticatalanisme d’allò més poca solta. Però sembla que aquesta situació també ha estat propiciada últimament per part de l’esquerra espanyola i part del soberanisme, com si alguns preclars dirigents pensessin que contra Rajoy anava a ser més fàcil, per feble, enderrocar el Règim que contra Sánchez. Algú haurà de valorar aquí un error de càlcul.

Estem convençuts que la majoria dels militants i simpatitzants d’Estat Aragonés amb residència a Catalunya, el dia Primer d’Octubre aniran a votar SI, per tot l’exposat; però també per tot això, aniran amb l’esperança que el Segon dia d’Octubre comenci el diàleg incondicional entre el Govern d’Espanya i el Govern de Catalunya, perquè una estratègia de ruptura pacífica, amb la seva campanya de desobediència civil, és un procés molt llarg i molt dolorós, que ha de ser gestionat amb molta intel·ligència i delicadesa pels seus dirigents i, sincerament, no veiem un Ghandi a Catalunya.

Consello Nazional d’Estat Aragonés.

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Juego de oligarquías o el proceso catalán explicado de una manera inteligible.-

masYa en el lejano 2013, salían en los medios algunos de los rostros más conocidos de la oligarquía española, presidentes de bancos y de empresas del IBEX35, anunciando el fin de la crisis y el inicio de la “recuperación”. Esta euforia, que dejaba perplejo al ciudadano de a pie, no era injustificada, ni mucho menos. El Gobierno de la derecha velaba por ellos, cargaba la factura de la deuda y del déficit del Estado al ciudadano de a pie; legislaba para abaratar el despido, y permitía a los grupos de inversionistas privados ligados a la oligarquía la apropiación de bienes públicos mediante las privatizaciones. En definitiva, los hacía más ricos aún.

La oligarquía española estaba contenta y no era para menos porque disponía de todo un Estado y de sus recursos al servicio de la rentabilidad de sus empresas y de sus negocios. Mediante un gobierno inclinado a sus intereses políticos y económicos, podía aprovechar en beneficio propio una importante partida de inversiones a cargo de los Presupuestos Generales del Estado y, si era necesario, hacerse rescatar sus negocios ruinosos. ¡Qué más podía desear la oligarquía española, sino la edad dorada que le brindaba el Gobierno en medio de los años de plomo de la crisis!

¿Edad dorada para la oligarquía? ¿Para toda la oligarquía del Estado español? No, en un rincón de la geografía hispana hay una oligarquía que “tuerce el morro”, no está precisamente satisfecha. Poca inversión del Estado en el territorio, negocios que se escapan por falta o por negación de una partida presupuestaria, promoción de Madrid como centro financiero y económico del Estado o los consabidos ataques a sus bases ideológicas, al catalán y a la autonomía política. La oligarquía catalana empieza a tener la sensación de estar ninguneada. El españolismo rampante de la mayoría absoluta, de la derecha española nunca bien reciclada de sus tics autoritarios, asentada como siempre en sus reales autocráticos, sin ninguna intención de contemporizar o buscar una solución pactada; esa que ante un huracán político dice a los vientos que respeten la legalidad… Sí, la de siempre, va y saca pecho, y con su mala folla secular, se dispone a negar el pan y la sal de la identidad y la autonomía fiscal de Cataluña y así darle el toque al nacionalismo catalán, al que quería ajustar cuentas desde que eran oposición en tiempos de ZP.

El Govern de Catalunya no dispone de una Hacienda como la del Gobierno español: Los impuestos propios, los cedidos por el Estado, la participación en los grandes tributos estatales, además de tasas y rendimientos procedentes del patrimonio de la  comunidad, incluido el cobro de multas, no dan bastante para echar dignamente una mano a las élites económicas autóctonas. Históricamente, el catalanismo de derechas, que ha gobernado casi siempre en estos 40 años de régimen borbónico, ha sido una gran fuente de negocio para la oligarquía catalana. La extinta CiU siempre hizo catalanismo económico, sea mediante privatizaciones, concesiones, concertaciones, licitaciones, o incluso leyes especiales con concesión de privilegios a la oligarquía propia. Pero en tiempos de crisis y recortes, cuando hay menos dinero público y los empresarios conectados al Govern quieren ganar por un igual o más, las soluciones de siempre no sirven y menos si dependes para todo lo económico del Estado.

En este momento, ni la oligarquía ni el gobierno de la derecha política catalanista habían descubierto todavía el independentismo, pero sí que lo había hecho la gente. El municipalismo y el asociacionismo cultural catalán llevan mucho tiempo haciendo actos, demostraciones y consultas independentistas a nivel local. En principio, como reacción a la ofensiva anticatalana del Gobierno del PP contra el Estatut de 2006 y las medidas re-centralizadoras, pero también como respuesta social a la crisis económica. El Pueblo catalán siempre fue por delante de su clase política y de su gobierno que, en ese momento, estaba más preocupado en gestionar la crisis y en aplicar sus propias medidas de recortes (cierre de centros de salud y reducción de las ayudas públicas de la Generalitat, etc.) que en elaborar una propuesta propia distinta al mero seguidismo de la política neoliberal de Madrid.

La sentencia del TC contra la reforma del Estatut de Cataluña de 2006 sería el primer episodio del reencuentro con el independentismo del partido de Mas, CDC. Sin proponer un federalismo asimétrico (la máxima aspiración de autonomía política teorizada hasta el momento por el catalanismo de derecha) el Estatut se le aproximaba mucho. Pero fue, en definitiva, por la presión popular y del asociacionismo catalán los que, con la masiva manifestación independentista del 11-S de 2012, desbordaron la política de los partidos nacionalistas tradicionales de Cataluña (CiU y ERC), que tuvieron que cambiar su estrategia política y reconvertirse al independentismo en un corto espacio de tiempo. Pocos días después aquel 11-S Artur Mas presenta su propuesta de Pacto Fiscal en el Congreso de los Diputados, último intento para dar satisfacción a la oligarquía catalana y de reconducir la situación, antes de decidirse a tomar la vía independentista.

Con el Pacto Fiscal, Cataluña quería recaudar y gestionar todos los tributos mediante una Agencia Tributaria propia, estableciendo un mecanismo para traspasar a la Generalitat las competencias y los medios de la Agencia estatal en Cataluña. Se trataba de invertir los papeles que desarrollan Estado y Generalitat y que ésta última actuase únicamente como recaudadora. En resumidas cuentas se trataba de conseguir más dinero para el Pueblo catalán, pero sobre todo para ayudar a sus propias élites. En otra lectura, poner al Govern, en el papel económico del Estado, disponiendo de más recursos para salvar, si era preciso, los negocios y la rentabilidad de las empresas de su propia oligarquía. Perdida esa posibilidad, por la oposición del Gobierno del Estado a aceptar el pacto fiscal, la oligarquía catalana y su partido oficial CDC., abocados por las circunstancias, vieron en las aspiraciones del pueblo, o parte de él, siempre honesta y categóricamente independentista, una vía de acción política alternativa.

La historia se repetía. Como cien años atrás las élites políticas y económicas de Cataluña hallaron en las esencias y los valores nacionales del pueblo y en sus movimientos políticos y culturales estrategias y argumentos para marcar su propio perfil político frente a Madrid. Y dieron el visto bueno a sus partidos para proseguir con este proceso político. De tal manera que se puede decir que se ha producido la conjunción histórica para que un proceso político de esta índole pueda producirse e incluso triunfar: La que se produce entre el pueblo o una parte y las élites o una parte de ellas para tirar adelante un proyecto nacional independiente.

Llegado este momento toca hacer la pregunta del millón: ¿Acabará Cataluña independiente o no? Lo que está claro es que una parte de la oligarquía catalana y buena parte de la clase política no quieren la situación actual. Con independencia o sin ella, hay un mínimo que se pretenden garantizar: su autofinanciación con la gestión total de la economía del Principado y el reconocimiento jurídico de la “Nación catalana”. Consideran que el gobierno de Rajoy ha sido un gestor nefasto por lo que respecta a Cataluña y quieren blindarse constitucionalmente ante la posibilidad de que detrás de este venga otro gobierno de España igual o peor.

El modelo del pacto fiscal, por una parte, que hubiera supuesto un estado de semi-independencia para Cataluña, dado su potencial económico, y un escenario inaceptable para el gobierno de Madrid, y la definición jurídico-legal de la Nación catalana y el blindaje del catalán, por otra, que quería salvar el idioma frente a las amenazas re-unificadoras de los gobiernos centrales de turno, son valores que chocan con los principios axiales del españolismo que se encargaron de plasmar en la constitución con los recurridos conceptos de “solidaridad entre comunidades”, “oficialidad y obligatoriedad del castellano” y  de “la unidad e indivisibilidad de la Nación española”. El españolismo no quiere oír hablar de dos naciones en España y menos piensar en soltarle a la otra una parte de la caja. No va con su dogma, antes preferiría una sola aunque más pequeña.

Creo que una parte de las élites no ve desdeñable cualquier salida incluida la independencia, primero, por la imposibilidad de reconciliar una solución pactada con el españolismo dada su cerrazón dogmática y afición al ordeno y mando y, segundo, porque ningún momento histórico anterior ha sido tan favorable como este para Cataluña, aun pendiendo la amenaza de su salida de la UE.

El independentismo catalán no es una cabezonería de Mas ni de Junqueras, no sería entendible. De hecho el españolismo lo presenta como una boutade catalana “incomprensible”. El independentismo es un síntoma más del hartazgo que la crisis, los recortes y la gestión del gobierno de Rajoy ha provocado en la ciudadanía. En el resto del Estado la respuesta ha sido la búsqueda en otras alternativas políticas en frente a los partidos tradicionales, en Euskadi la bondad del Concierto Económico permite dejar el independentismo en la fresquera, pero en Cataluña por razones históricas, culturales y por el componente nacionalista, hay una mayoría está optando por la secesión. Cabe imaginar cuanto de grande ha debido ser ese hartazgo para que subiera tanto en la escala social, y las élites catalanas se pongan a seguir (o a permitir) al pueblo, aunque sea por los motivos siempre egoístas de la oligarquía. Lo más interesante del proceso va a ser ver en que momento estas élites van a darse la vuelta

Arnau de Borau

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Comunicat d’Estau Aragonés enfront les eleccions catalanes.

capturagoogbyeEA davant les eleccions al parlament de Catalunya, del proper 27 de setembre de 2015, ha decidit recolzar la candidatura Per la Ruptura Crida Constituent, que impulsa l’Esquerra Independentista Catalana.

Per la Ruptura, te dos eixos principals, els deu punts del marc polític i el full de ruta, les bases ideològiques d’aquests són:

Per la Ruptura amb el règim del 78, el capitalisme, el patriarcat i les desigualtats; a favor de les classes populars i en defensa dels drets socials i ecològics, independència, cap a la república catalana.

Recolzem ambdues declaracions de principis, però voldríem fer dues observacions:

1- La manca d’un programa de mínims davant la hipòtesi, de tenir que recolzar el govern sorgit de les urnes, davant del probable fet de que el mapa polític resultant sigui molt fragmentat.

2- Creiem que el criteri lingüístic, no defineix la nacionalitat, els idiomes no creen fronteres. Per tant estarem en contra de tota reivindicació d’una part del territori del nostre país.

Encara hi amb aquests dos matissos, creiem que per a un patriota aragonès, resident a Catalunya, la millor opció de vot, segueix sent la candidatura Per la Ruptura.

Andrés Castro
Presidente de Estado Aragonés

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Ponencias Asambleya Cheneral d’Estau Aragonés (Borradores) 4.- Aragón ante el proceso soberanista de Cataluña.-

La ofensiva re-centralizadora de la derecha española, muy ideologizada, en contra del catalanismo político, y los recortes presupuestarios, con los consecuentes problemas de financiación de la Generalitat, están en el origen de la actual crisis entre el Estado español y Cataluña. La crisis económica generalizada y el hecho de que la actual política del Estado respecto a Cataluña se perciba como una agresión, hacen concebir a una buena parte de la ciudadanía de Cataluña que, sin el resto de España, le iría mejor.

El independentismo en Cataluña siempre se movió en el terreno de lo plausible, pero hoy, con un amplio apoyo social, a pesar de que el proceso para llegar a un Estado propio está por definir, lo pone ya dentro del ámbito de lo probable. El independentismo tiene prisa. La fecha de 2014, con la simbología de los 300 años desde la perdida de las instituciones políticas del Principado, marcará el punto de inflexión con algún acto claro en favor de la independencia, sea consulta, elecciones plebiscitarias o declaración unilateral; más allá de la cual, el movimiento no querrá prolongarlo porque sería a costa de perder fuelle. Las leyes re-centralizadoras como la LOMCE y los 1.700 millones de € que Cataluña ya no percibirá del Fondo de Compensación Interterritorial pondrán a la Generalitat en una situación jurídica de ilegalidad, sino de franca rebelión, y en un estado financiero muy apurado. Se vislumbra una salida en formato “choque de trenes”, tras unas elecciones europeas plebiscitarias y una posible declaración unilateral de independencia el próximo verano.

El movimiento independentista catalán cuenta con un factor que juega a su favor, siquiera de manera indirecta. El área Península Ibérica-Magreb es, desde los años 70, un espacio tutelado. Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania han estado de acuerdo desde entonces en que la prioridad es evitar un conflicto de alta intensidad sea civil o internacional en este área o, cuando menos, que la intensidad de cualquiera de los que se pueda plantear, no sobrepasen unos máximos que puedan desestabilizarla. Ese ha sido su plan. La Transición política en España, el “necesario alineamiento” que significaba el ingreso en la OTAN y la CEE, incluso la manera como se planificó y llevó a término el incruento golpe de Estado del 23-F, y, si me apuran, hasta la charlotada de la “reconquista” de la isla Perejil durante el Gobierno de Aznar, estaban en consonancia con esta doctrina. Marruecos era la otra pata del plan y el Sahara ex-español fue el caramelo para comprar la alianza del Sultán, la tranquilidad y el status quo en el estrecho de Gibraltar, vía de paso naval para auxilio del bastión israelí.

Siglo y medio de convulsiones, guerras y sangre parecen definitivamente arrinconadas en la Historia de España por obra y gracia de los intereses geoestratégicos de las potencias occidentales sobre la Península. Quizás Artur Mas lo sepa y no vaya tan de farol, ni se trate esta vez sólo de una cuestión de dinero como puedan creer en Madrid. Se sabría protegido de represalias por esta doctrina e iría a conseguir el Estado propio. Del después y de la relación con la UE, si al final se llega a algo, no hay nada cierto. Las potencias occidentales, por simple diplomacia, no se van a definir hasta que Cataluña sea sujeto de Derecho Internacional y deje de ser  una “cuestión interna” española, es decir, hasta ver la conclusión de un proceso permitido, al que seguramente ya le han marcado los márgenes; siempre que encaje como democrático, y cuente con un amplio respaldo popular. Los socios europeos van a estar en la penumbra, en la segunda fila de observadores, y van a dejar que las partes se sienten a la mesa, jueguen sus bazas, hagan sus envites, pero sin permitir una nueva Yugoslavia.

La pregunta es, ¿cómo se verá afectado Aragón por este proceso?

Si el independentismo catalán no se desvía de su hoja de ruta es probable que los límites orientales  de Aragón se conviertan en una frontera internacional. Por la proximidad geográfica, por las relaciones económicas y por los vínculos históricos e incluso familiares de la emigración en Cataluña, la independencia de Cataluña no es una cuestión que pueda soslayar en Aragón. Ahora bien, todo lo que se pueda decir es especular con cualquier escenario imaginable y entrar en el terreno de la auténtica política-ficción… ¡O quizás no!

Parece que algunos de nuestros políticos esperan los beneficios del “efecto frontera”. El llamado efecto frontera realmente no es más que un índice entre lo que se produce y lo que se vende al extranjero y denota una economía con buena salud. Cada euro que se factura fuera tiene más valor en términos de competitividad que el que se obtiene en el mercado interno. Aragón, que hoy por hoy ya dispone de un buen índice, incrementaría su efecto frontera si el 20% del tráfico comercial total de Aragón, que se dirige actualmente a Cataluña, pasará a tener consideración de “exportaciones”.

Una Cataluña independiente, con un alto nivel de vida, puede ser un gran mercado exportador para Aragón. No tenemos ninguna duda que en un hipotético marco como este el empresariado aragonés tendrá mucho interés en cuidarlo y no romper relaciones con Cataluña. En general, será toda la sociedad aragonesa la que tendrá interés en no perder el contacto con una sociedad realmente avanzada y desarrollada, en lo político y en lo económico, tan próxima a nosotros, progresista y con una mentalidad muy distinta a la que existe al otro lado del Moncayo.

En Estado Aragonés pues consideramos con cierto fundamento  el optimismo de algunos por ese “efecto frontera”. Ahora bien, para que el efecto frontera funcione, para que Aragón se beneficie de una indudable ventaja estar a las puertas del mejor mercado peninsular y más cerca que nadie del mercado europeo, haría falta que el españolismo se adaptase a las  nuevas circunstancias y aceptase la nueva situación con una actitud abierta, intentando mantener y cuidar los vínculos que seguirían existiendo con Cataluña, que no serían pocos. Algo que, dado el componente ideológico del españolismo, va a ser harto difícil, por no decir que imposible.

De mano de la economía vendrán las filias y las fobias, y desde luego la fobia al movimiento catalán desde Aragón no estaría justificada desde el punto de vista práctico y sólo podría venir de un sector ciudadano y funcionarial foráneo, que ha hecho de la secular y ribereña rivalidad catalano-aragonesa un medio para el predicamento del anti-catalanismo más feroz. No deberíamos permitir que conviertan la sociedad aragonesa en punta de lanza frente al nacionalismo catalán. Los aragoneses no somos la tropa de choque del españolismo. Nunca debemos de poner nuestras propias y particulares diferencias con Cataluña en alianza con el anti-catalanismo, destilado en los cenáculos madrileños donde se cuece el españolismo más acérrimo y destructivo y sus sucursales en Aragón. Unas y otro no son la misma cosa y desde luego su confusión iría en detrimento de las causas pendientes con Cataluña y los intereses generales de Aragón.

La tentación del Estado español será aislar a Cataluña, para lo que el españolismo utilizaría a Aragón como trinchera ideológica, económica y social, primera línea de defensa contra la República catalana; check-point desesperante al paso de mercancías y personas y trabas fiscales al comercio; lugar donde promover un estado de opinión contrario a lo catalán, implicando la destrucción de los lazos familiares y de origen entre Aragón y Cataluña. Un área dónde el españolismo querría llevar a cabo nuevos experimentos de ingeniería política, social y económica, como los que han convertido a Aragón en una sociedad semi-colonial durante decenios.

Pero dudamos que la Unión Europea permita al Estado español aislar a Cataluña y mucho menos que colabore en ese sentido. No nos hagamos ilusiones, no se va a construir por ello una travesía transpirenaica central para llegar a Francia sin pisar Cataluña, que sería una manera de aislarla. Para eso se necesitaría la colaboración de Francia, que difícilmente entrará en el juego del españolismo.

En definitiva, el Estado español y Cataluña se verán seguramente obligados a colaborar en un espacio creado bajo los auspicios de la UE. Enemigos sí, pero colaborando en un espacio económico. A pesar de ello, Aragón sufrirá la más que probable política anti-catalana en un panorama de conflicto de baja intensidad, mantenido por un españolismo en pie de guerra, que tendrá mucho de ideológico y propagandístico. De alguna manera, Aragón recuperará el viejo papel histórico de ser el campo donde se dirimen los conflictos entre el centro y la periferia. Aragón pagará su proximidad, sus vínculos históricos y sufrirá los daños colaterales que la presión del Estado español pueda ejercer sobre Cataluña.

En el plano puramente político, una Cataluña fuera de España, dejará de desempeñar el papel de poder territorial y político contrapuesto al Centro. Se perderá un factor democratizador de la política española y los deseos del españolismo de hacer un bloque monolítico de lo que quedase de España se verían libres de su principal impedimento. La independencia de Cataluña sería paradójicamente el mayor triunfo del españolismo para poder hacer de España lo que quisiera. Nos tendremos que olvidar incluso del federalismo, resucitado actualmente por la Izquierda del Régimen para darse perfil político ante la crisis territorial del Estado y para desbaratar la estrategia del independentismo en Cataluña.

La tentación de re-centralizar el Estado español sería muy grande y la ocasión muy propicia con la escusa de la crisis de fondo. Es aquí donde Aragón más perdería. Pero sólo si lo permite… El presente status quo es el mínimo imprescindible para poder hacer políticas propias. La existencia y funcionamiento de las instituciones aragonesas marca la entidad política del grupo humano aragonés y es lo único que nos pueda salvar de caer en ser nuevamente, la “mula de carga de España”. Que hoy por hoy la autonomía de Aragón no llega a más, sólo es un “problema ideológico” de los partidos gobernantes y de su toma de decisiones, no es un problema de la propia autonomía. Los que abogan por la supresión de las autonomías empiezan por intentar confundir ambas cuestiones.

España sin Cataluña podrá ser lo que sea, pero Aragón, si permanece dentro de España, deberá mantener como mínimo su régimen actual de autogobierno con opciones a más. La sociedad aragonesa deberá plantear conflicto al Estado ante cualquier atentado a la autonomía política. Es una conquista histórica del Pueblo aragonés, no un regalo del Estado centralista borbónico; así debe entenderse y como tal se debe defender. Constituye el patrimonio político del Pueblo aragonés, muy mejorable sí, pero que habría que defender por cualquier medio admisible, ante cualquier intento de abolición, disminución o bloqueo. ¡Es una cuestión de supervivencia! ¡No “más” Decretos de Nueva Planta para Aragón!

Llegado el momento, si el Gobierno español quiere imponer un nuevo “decreto de nueva planta” y la disolución de la autonomía, las instituciones tendrían que resistir negándose a ser disueltas, movilizando a la ciudadanía si es preciso. Las Cortes o parte de los diputados tendrían que hacer en ese momento profesión de soberanía (que la tienen, como asamblea territorial y política elegida por toda la ciudadanía): hacer declaración solemne de desligarse de su vínculo legal con las Cortes españolas, declararse las únicas y legítimas representantes del Pueblo aragonés soberano y proceder a redactar una constitución. Para esto no es necesario que las Cortes de Aragón estén llenas de independentistas, basta que la Ciudadanía y las propias Cortes comprendan que Aragón no se concibe ya sin su propio gobierno. ¡Nosotros, soberanistas de EA estaremos allí para recordarlo!

Por tanto, el Pueblo aragonés también se juega mucho con la independencia de Cataluña. Independientemente de las tensiones por asuntos puntuales que se puedan tener con esta tierra vecina. A Aragón se le plantearán nuevas disyuntivas, algunas muy graves, en un futurible Estado español sin Cataluña. Todas las energías que los nacionalismos español y catalán gastan ahora en oponerse el uno al otro se verán derivadas: en Cataluña, removidas las estructuras de dependencia y ya sin la obligación de redefinirse continuamente frente al centralismo, a asuntos realmente productivos, seguramente a organizar su economía. Pero en España, que seguirá siendo un Estado plurinacional, deficientemente democrático, oligárquico, monárquico, borbónico y corrupto, a esquilmar a la clase trabajadora, a continuar con su particular lucha contra la periferia, al expolio y la tarea ideológica de convencernos de que “estamos obligados a considerarnos españoles”; todo dirigido especialmente contra lo que ellos denominan la España asimilada, es decir, Aragón. Nuestra tarea será entonces hacerle entender al españolismo que en Aragón no estamos “tan asimilados” como creen.

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Impresionante 11-S

La respuesta de la ciudadanía catalana a la plataforma cívica Assemblea Nacional de Catalunya ha sido rotunda. Y el mensaje que le ha transmitido al gobierno de Rajoy, el PP y al entorno de la derecha española es que, de suprimir o siquiera de reducir el Estado autonómico, no sólo que no, sino que debe ampliarse, por lo menos por lo que respecta a Catalunya.

Veo muy difícil que desde la derecha española, y también desde los más conspicuos centralistas de la izquierda estatal, sepan tratar el asunto mucho mejor de como lo han hecho históricamente; con el consabido posado desdeñoso y la indiferencia que se adopta desde la Corte de Madrid sobre las cuestiones de la periferia, donde todo les parece folclore o cabezonería de los indígenas de las colonias. Así perdieron su Imperio y así perderán sus Provincias. De momento lo único que parece es que no quieren entenderlo. “No es tiempo de algarabías” dijo Rajoy, ese señor, un memo, que piensa que todos debemos quedarnos en casa aguantando con paciencia sus recortes y pagando sus impuestos sobredimensionados. ¡Todo el mundo entiende y asume que este sacrificio es necesario!

Que no entiende lo que ha pasado en Catalunya, está claro y así lo demuestra cuando dice “Yo respeto la forma de pensar de cada quien y no tengo ningún comentario que hacer sobre la manifestación”. Este tío no se ha enterado bien de la jugada. O, contrariamente a lo que ha demostrado hasta ahora, se convierte súbitamente en un halcón (se permite la risa), demuestra que es muy hábil (carcajadas desde la grada) y le concede al gobierno de Artur Mas el Pacto Fiscal, es decir, la soberanía fiscal que le reclama, a fin de desmontar el órdago que le ha montado, o Catalunya realmente puede adoptar, aunque todavía quede mucho por decir, el camino de la independencia.

El partido de la oligarquía económica catalana, también llamado CiU, es poco de fiar. Esta súbita mudanza al independentismo resulta sospechosa. No sería la primera vez que le hace una maniobra al mismo pueblo que lo ha llevado al gobierno y que, una vez obtenido el Pacto Fiscal, si lo obtiene, le diga al pueblo catalán que: ¡Això ara no toca!… Y es que es que en CiU son muy aficionados a lo que llaman por allí a fer la puta i la Ramoneta (la dualidad catalana, una jugada a dos cartas, ir con dos barajas, una buena y una mala, etc.). Jordi Pujol, jubilado de sus responsabilidades políticas que no de santón de la política catalana, fue a la manifestación. Cuando gobernaba, alguna vez también gustó de jugar con un cierto ruido de independentismo de fondo, aunque siempre acabó bajándole el volumen. ¡Ara no és el momento de parlar d’això! –dijo durante 22 años.

¿Pero qué piensan los catalanes…? Una cosa está clara, a nivel de calle, después de agitar banderas esteladas y acabar con los pies hechos polvo después de tres horas de aguantar en pie, disuelta la adrenalina, pocos deben creer realmente que la independencia pueda resolver el problema de fondo: la economía… ¡Hombre, no! No queda claro que ingenuidad e independentismo vayan siempre de la mano, como aseguran en Intereconomía. A lo que si puede dar satisfacción la independencia es a que el problema pueda ser solucionado de muy distinta manera al que se ha planteado por el Gobierno de Madrid. Puede dar satisfacción al hecho de que no te impongan desde fuera la solución unos políticos centralistas que han sido malos gestores de la crisis, pero sobre todo de la “prosperidad”. Lo que también queda claro es que el catalán de a pie le achaca más los problemas económicos al Gobierno del Estado que a sus propios políticos y ven más culpable de los recortes a Rajoy que a Mas. Los Gobiernos de la Generalitat puede que no hayan sido buenos gestores del gasto, pero la realidad es que el control básico de la economía catalana corresponde al Gobierno del Estado y esto en la coyuntura de crisis actual puede llevarla a la catástrofe. No creo que haya que dar muchos detalles del porqué. Esto el catalán de a pie lo sabe y por eso la manifestación independentista del 11 de septiembre es más un acto de madurez política, digamos que de toma de conciencia de la situación y una posible solución, que de locura colectiva como quieren hacérnoslo creer. No, el Pueblo catalán no está flipando, sabe que o controla su economía o literalmente se va todo a la mierda. La Caixa todavía es solvente. Como actitud ante estos tiempos, es o agitar la bandera del independentismo o directamente ir a asaltar los supermercados (permítanme esta apostilla).

¿Y los aragoneses qué pensamos? Aquí no hay ni para una cosa ni la otra. Exageradamente acomplejados y paralizados por el shock que representa la crisis, esperar y aguantar todas las medidas que nos impongan con la esperanza de ver la salida del túnel. Es la trampa de la solidaridad constitucional que no permite ventajas a quien no lo ha hecho tan mal. Nos hemos creído el mensaje que sólo mediante sacrificios y el pago de todas las facturas e impuestos, que desde el Gobierno de Madrid nos ordenen, todos veremos un esplendoroso final de la crisis. Hay un gran engaño en esto, porque… ¿Sabemos lo que nos va a costar? Pues mucho más que a otros, por supuesto, dada nuestra ínfima capacidad de reacción. Nuestro escenario es el que describe nuestro compañero en el post “El Tocomocho de las Cajas españolas”. Estamos pagando la fiesta inmobiliaria que hubo por Valencia, Murcia y otras CC.AA. con nuestros ahorros a través de las Cajas de Ahorro aragonesas. El capital aragonés se está destinando ahora a unos menesteres que poco o nada tienen que ver con Aragón. Por no poder, “nuestros” políticos, que tienen representantes en las cajas, “no pueden” garantizar una gestión en función de las necesidades de Aragón. Tienen un perfil tan, pero tan bajo y tan subordinado que no podrían oponerse al Estado aunque quisieran. ¿Alguien se acuerda de aquellas grandes manifestaciones antitrasvasistas de Zaragoza?, pues esto daría para eso y mucho más. El dinero se ha trasvasado mucho más fácilmente, no han hecho falta ni represas, ni canales. Al pueblo aragonés, desmovilizado, con una clase política incapaz e impotente, desinformado de lo que ha de contribuir él en particular para salir de la crisis de “todos”, le han levantado el dinero en sus narices y sólo le queda el duro trabajo y arrimar el hombro a una situación que no contribuyó a crear.

Desde Estau Aragonés siempre hemos mantenido que Aragón tiene títulos superiores sino iguales para reclamar lo que reclaman los catalanes. Somos países si no hermanos, sí parientes. Con muchos elementos concomitantes en nuestras respectivas historias. Pero los aragoneses jamás hemos sabido emplear esos elementos para demostrar que tenemos una opción política propia como nación o para separar por lo menos nuestras finanzas de las del resto del Estado. Tuvimos hacienda propia durante 700 años. Los catalanes en esto son maestros, pero como pasamos el día regañando de ellos parece que aborrecemos sus métodos, que podrían ser los nuestros, y no tomamos ejemplo. Luego tenemos que reclamar la propia existencia a la desesperada; ¡Teruel, existe!, fue un lema muy elocuente… Siempre hemos amado nuestro autogobierno; si no a los políticos que lo han gestionado, sí el concepto mismo de autogobierno. Y ha sido bueno para el balance final de Aragón. Nos han dejado hacer estos últimos 30 años y mira, ¡no lo hemos hecho tan mal!, a pesar de la extravagancia de la Expo. Como en el resto del Estado español esla Derecha quien más rechaza la autonomía, pero porque la ataca en el concepto mismo, la derecha es medularmente centralista.

Ahora que empezábamos a andar, después de 70 años, después de la dura postguerra, de la mucha represión social con la excusa del maquis, de la emigración a otras regiones, de la larga transición con su crisis en los 80, de las reconversiones, de las amenazas de los trasvases; ahora resulta que hay que ayudar a tapar los desastres provocados por los ineficientes gestores de la política y la economía española. Las caras cambian pero la ineficiencia sigue. La pertenencia a España nos sale muy cara a los aragoneses porque nos la estamos jugando con la jauría de depredadores de Madrid. Cuando un pueblo es trabajador, cuando ha sabido gestionar su autogobierno si no bien, mucho mejor que los demás. Puede reclamar más… Puede reclamar desprenderse del lastre que representa estar sujetos a España y sus políticas desastrosas (llevamos con ellos siglos de desastres). Una vez más han venido y han tomado lo que han querido, ¿y nos hemos levantado?, pues no… Pero nuestros primos los catalanes sí. Y eso debería dar más envidia que rechazo. Ellos ya han marcado su territorio y nosotros ni siquiera nos hemos despertado de nuestra indolencia.

Arnau de Borau

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